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Patricia Orozco: “Yo tenía color de feminista”
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21/10/2022

La periodista nicaragüense y activista por los derechos humanos recibió este año el Premio de Periodismo Julio Anguita. 

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¿Qué llegó primero a la vida de Patricia Orozco? Lo tiene clarísimo: “como sueño, el periodismo; como modo de vida, el activismo por los derechos humanos”. El camino espinoso para acceder a carreras copadas por hombres en su natal Nicaragua hizo que el compromiso con la profesión se postergara por años. Luego de una licenciatura en Traducción Francesa y cuatro hijos después, la Universidad Centroamericana emitió un título que la avalaba como periodista, aunque ya llevaba décadas prestando su voz y su palabra a los desfavorecidos.

Fue durante esa etapa universitaria cuando estrechó lazos con el movimiento estudiantil vinculado al Frente Sandinista. Antes de que triunfara la revolución ya estaba entregada en cuerpo y alma a la causa porque creía que su país necesitaba justicia social, “y necesita”, recalca. Sin embargo, Patricia siempre tuvo algo clarísimo: los ideales revolucionarios irían a la par del feminismo y los derechos de las mujeres.

“En los 80 me vinculé al movimiento feminista y empecé a criticar empáticamente los errores cometidos durante la revolución, como que no se penalizara la violencia contra las mujeres porque lo primero era la guerra. La justificación era que esa violencia no era tal problema, sino que derivaba de la influencia de mujeres extranjeras que nos habían contado esas historias. Incluso llegaron a decirnos que la tarea de las mujeres era parir para reponer a los muertos”. Los oídos sordos de la dirección revolucionaria encontraron en Patricia un bastión feminista que se oponía al servicio militar patriótico y respaldaba en juicios mediáticos a víctimas de acoso sexual y violaciones.

La ley es letra muerta

“Hubo una Ley Integral contra la Violencia que promovimos y fue aprobada por el Parlamento nicaragüense. Reconocía los tipos de violencia, incluyó al femicidio como un tipo de violencia y establecía sanciones. O sea, era integral. Sin embargo, unos meses después, Daniel Ortega le cambió el nombre y el objetivo. Establecieron que el femicidio se daba únicamente en el ámbito de la relación entre pareja, aunque esté demostrado que los femicidios no ocurren solo en el ámbito familiar. La ley quedó teóricamente como una muy buena ley, pero letra muerta”.

En el país existe un marco jurídico en relación a las mujeres con tibios avances en los últimos años, pero que en la práctica no funcionan. El mayor retroceso en materia de derechos es la penalización del aborto.

“En Nicaragua estaba reconocido el aborto terapéutico. No era legal, sino que era un eximente para cuando la vida de las mujeres estaba en peligro. En 2007 el gobierno de Ortega, de conjunto con la popularidad de la Iglesia Católica y la Iglesia Evangélica, acuerda prohibir todo tipo de aborto. Desde entonces está penado totalmente, no importa si es el embarazo de una niña producto de una violación o una mujer adulta. Ese es el principal retroceso, no tener derecho a decidir”.

Hostilidades

El activismo político de Patricia en favor de los derechos de las mujeres y las niñas hizo que en 2015 comenzara el asedio. Persecución telefónica, acusaciones y detenciones arbitrarias abrieron el camino de una larga lista de hostilidades. Entre 2018 y 2019 se orquestó una denuncia en su contra a través del vínculo con la Fundación Violeta Barrios de Chamorro, una institución no gubernamental que ofrecía recursos económicos para fortalecer el trabajo periodístico de los medios de comunicación.

“La dictadura puso una denuncia contra esta fundación por lavado de dinero y corrupción, y comenzaron a llamar a periodistas que habíamos tenido algún tipo de relación con ella. Me citaron para hablar de los fondos otorgados a un programa radial en el que trabajé. Hablaban de un cheque de 40000 dólares. Por supuesto, no me demostraron nada. Yo tenía color de feminista. Yo defendía los derechos de las mujeres y además era una periodista crítica. No dejaba pasar una y eso molestaba”.

Los hijos de Patricia fueron los que la alentaron a salir del país. “Me dijeron: mamá, te queda la cárcel o salirte. Y la cárcel era la muerte, porque soy diabética y nadie me iba a pasar insulina. Además, me habían dicho que estaba regulada por las autoridades para salir del país”. Y así escapó, a pie por una vereda y sin más patrimonio que una mochila para no levantar sospechas. Honduras, El Salvador, Colombia, España como destino final.

Una exiliada que no deja de informar

Ejercer el periodismo en Nicaragua se ha convertido en una política de terror bañada por el silencio. Según reflejan varios medios internacionales, más de un centenar de periodistas nicaragüenses se encuentran en exilio forzoso. Patricia reconoce que se ha llegado a la criminalización del ejercicio periodístico. “Para ser periodista allí tienes que ser una especie de organización clandestina y así lograr difundir lo que pasa, por eso la mayoría de los medios estamos fuera del país. Algunos colegas, de forma casi secreta, brindan información, pero no se pueden decir sus nombres porque esta campaña de terror es muy fuerte y la gente tiene miedo”.

Patricia estuvo durante 20 años vinculada al programa radial de debate público Onda Local, donde citaban a autoridades con altos cargos a nivel nacional y se abrían micrófonos a las preguntas del pueblo en un ejercicio para democratizar la información. Su salida clandestina no coartó su compromiso con la verdad. Patricia continúa haciendo periodismo digital para traspasar los muros de la censura. “Yo sentí que estando fuera era que podía ser más útil. Por eso todos los lunes, miércoles y viernes hago, con dos colegas más, un programa que se llama Agenda Propia. Realizamos entrevistas sobre distintos puntos de vista de la realidad política del país, pero también de otros temas que sabemos que interesa a la gente, gente corriente como les digo yo, gente de la calle que tiene cosas importantes que decir”.

El aliciente de un premio

Cuando se recibe un premio la respuesta casi siempre coincide: no me lo esperaba. En el caso de Patricia Orozco, la idea de salir de Nicaragua le parecería ficción hace unos años; ser la ganadora del XV Premio de Periodismo Julio Anguita Parrado, mucho más. La realidad es que el jurado decidió, a inicios de 2022, reconocer su trayectoria profesional enfocada en hacer periodismo con "perspectiva de género, en defensa de los derechos humanos, la justicia social y la igualdad".

“Fue muy emocionante. Lo que he hecho en mi vida, nunca ha sido por ningún premio. Lo he hecho porque creo que debe haber justicia social. Esa ha sido mi apuesta personal. Aunque siento que hay otras periodistas que merecen también ser premiadas por hacer un periodismo comprometido con los derechos humanos.

El verdadero premio para Patricia es ubicar a Nicaragua y la situación de sus periodistas en el centro del mapa, es recargar fuerzas para continuar luchando contra los molinos, y también contra la burocracia. Actualmente espera una respuesta para su petición de asilo político en España, una respuesta que demorará meses. “El otro día me preguntaron que qué ganaba yo pidiendo asilo político. Rápidamente respondí: es que no quiero ser una apátrida. Nunca aposté por salir de Nicaragua, pero pasó. No quiero quedarme sin un territorio claro, por eso solicité el asilo, para tener un territorio de referencia”. Poco importa lo que digan las leyes geográficas o los documentos migratorios. Hará falta más que el Atlántico de por medio para que Patricia salga de Nicaragua.

Esta entrevista forma parte de las acciones de sensibilización por el 25-N, dentro del proyecto María Casares, actuación financiada por el Ayuntamiento de A Coruña dentro del programa de subvenciones destinadas a Actividades de Interés Social en Materia de Igualdad y Diversidad-2022

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